En el Siglo XVIII en España, se introduce la literatura didáctica. Las normas literarias de la Península experimentan el resultado del dominio francés en Europa y la poesía pasa a tener un carácter educativo. En este período las fábulas se hacen populares pues presentan una enseñanza, la moraleza.
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EL OSO, LA MONA Y EL CERDO
Tomás de Iriarte
Un oso, con que la vida
se ganaba un piamontés,
la no muy bien aprendida
danza ensayaba en dos pies.
Queriendo hacer de persona,
dijo a una mona: «¿Qué tal?»
Era perita la mona,
y respondióle: «Muy mal».
«Yo creo», replicó el oso,
«que me haces poco favor.
Pues ¿qué?, ¿mi aire no es garboso?
¿no hago el paso con primor?».
Estaba el cerdo presente,
y dijo: «¡Bravo! ¡Bien va!
Bailarín más excelente
no se ha visto, ni verá!».
Echó el oso, al oír esto,
sus cuentas allá entre sí,
y con ademán modesto
hubo de exclamar así:
«Cuando me desaprobaba la mona,
llegué a dudar;
mas ya que el cerdo me alaba,
muy mal debo de bailar».
Guarde para su regalo
esta sentencia el autor:
si el sabio no aprueba, ¡malo!
si el necio aplaude, ¡peor!